lunes, 13 de diciembre de 2010

LA DAMA DEL SENDERO

Todas las tardes que el tiempo me lo permitía, paseaba por aquel sendero que vigilante seguía el río hasta el puente de la iglesia. Mis pensamientos afloraban al ritmo de la música acuática en mi cabeza.
Mi atuendo señalaba la estación del año, así como en verano era mas fácil toparse con gente que veraneaba en pueblos cercanos, en invierno era difícil encontrar a alguien en mi itinerario diario.
Un día de otoño,  caminaba absorto en mis pensamientos mirando al infinito del camino, cuando la figura de una mujer me devolvió a la realidad. Alta, en su caminar se adivinaba elegancia, y sus cabellos oscuros bailaban con el viento. Su rostro no lo podía ver, el sol a su espalda dibujaba su perfil opaco. Al llegar a su altura la salude cortésmente y ella me devolvió el saludo. Me gire y mire como se alejaba por el sendero. Nunca hasta aquel día me había cruzado con ella.
Desde ese día mi paseo tiene un aliciente, volver a ver a mi dama del sendero.  

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